Aunque algún día os contaré la historia de cómo, intentando hacer aviones de papel, casi incendiamos las cortinas del salón, hoy hemos venido a enseñaros, en nuestras manualidades frikis, unos imprimibles de Super Mario -el fontanero favorito de todo el mundo menos de las tortugas que, pobrecillas, lo que tienen que aguantar cuando salta sobre ellas-.
¿Qué encontrarás en este artículo?
IMPRIMIBLES DE SUPER MARIO
Visitamos el sitio para niños de Nintendo y nos descargamos los ladrillos típicos (y monísimos) contra los que el bigotudo suele pegarse cabezazos para conseguir monedas y poderes especiales. Nosotros lo hemos imprimido en papel grueso dadas nuestras increíbles habilidades manuales, para evitar que se nos rompa antes de empezar a hacerlo.
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MATERIALES NECESARIOS
Sólo necesitaremos tijeras infantiles, con puntas redonditas y que no pinchen -por mi seguridad, la niña ya se apaña bien con lo que sea-. También vamos a usar pegamento, por lo que lo tendremos preparado cerca.
Y nos ponemos a cortar.
CÓMO SE HACEN LOS BLOQUES DE SUPER MARIO
Es simplemente seguir las líneas y todo son rectas, por lo que podéis dejar a los peques más o menos a su aire, que seguro que lo hacen fenomenal. Luego, vamos doblando, enseñándoles algún truquito como que, si pasamos, haciendo un poco de presión, la punta de las tijeras cerradas por las líneas será más fácil hacer el doblez, pues nos servirá de guía.
Y ya está. Vamos aplicando el pegamento y cerrando el cubo y tenemos nueva decoración en casa para acompañar nuestras tardes de juego. Además, pueden surgir nuevas ideas como dejar uno de los lados abiertos para guardar tesoros secretos (¿una monedita de chocolate para que al golpear el cubo salga?).
PENSAMIENTOS FINALES
Una manualidad friki con la que pasar un rato muy simpático en familia y que, personalmente, creo, para nosotros ha sido un paso importante en nuestra relación. Tras tantos años pasando absolutamente todas las tardes juntos, quizá nos habíamos estancado un poco y no nos divertíamos ni la una ni el otro tanto como deberíamos. Pero gracias a sentarnos a hacer algo tan simple, con nuestras cuatro manos izquierdas, y pasar un rato cortando y pegando (hicimos más cosas que no os podemos enseñar aún porque hubo problemas técnicos y, bueno, que lo hicimos mal…) nos reímos muchísimo y creamos nuevos recuerdos y nuevos «¿Te acuerdas de cuando…?«.
Al fin y al cabo, no hay nada mejor que tu hija te diga, al acostarse, «Qué bien nos lo hemos pasado esta tarde, ¿eh?».