Creo que nos pasa a todos. En ocasiones me pongo tierna con mis hijos, y me da por escribir cosas moñas que me salen de dentro. Reconozco que un poco de pastel rosa y arcoiris salió de mí cuando os hablé de mi sesión de fotos del embarazo. Supongo que algo notaríais, claro (cuando os subió el nivel de azúcar en sangre, probablemente). A veces también me dan arranques en redes sociales, lo reconozco:
La luz de la luna iluminando la carita de mi bebé a través de la ventana, recortando el perfil de su moflete gordito contra la sábana clara.
— Bebé a Mordor (@bebeamordor) 22 de septiembre de 2016
Acabo de decirle al Dragón que estoy muy orgullosa de él. Me ha preguntado qué significa. Se lo he explicado. Con lagrimita. #OrgulloDeMadre
— Bebé a Mordor (@bebeamordor) 2 de septiembre de 2016
Pero supongo que a todos nos pasa. Alguien me dijo una vez que los hijos sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Creo que es una frase tan arrolladoramente cierta que hay que detenerse en ella. Y ya sabéis cómo hago yo las cosas: por partes, como Jack el Destripador.
LO PEOR DE NOSOTROS
Hace poco leía la Maternidad imperfecta de Mamá Adanyl y me sentía muy identificada.
Si antes era capaz de mantener un mínimo orden en la casa o tener una mínima gestión del tiempo, eso ya desapareció. El Dragón hizo arder la mitad de mi capacidad de organización y el Tritón ha hecho pasar un ciclón por lo que quedaba (nótese el juego de palabras… ¿lo habéis pillado?). Mi casa no es la misma, como tampoco lo es mi vida. Prioridades, prioridades. Hace tiempo que renuncié a la perfección. Soy madre. Ahora bimadre. «No soy superwoman, soy malamadre». Es lo que hay.
Pero no hablamos sólo de pelusas en la casa y una cocina un tanto atropellada. También están esos momentos horribles en los que sale el Hulk que llevas dentro. Esos momentos en los que tiras de la lista de consejos para el autocontrol: respiras hondo, cuentas hasta diez… respiras hasta diez, cuentas hondo… y no, luego decides que no puedes, que es superior a ti. Y te enfadas. Y, a veces, gritas. Yo grito. Lo confieso.
Y, lo confieso también, las veces que más me desespero son cuando veo mis defectos reflejados en ellos. Sólo puedo pensar una cosa: «No seas como yo, hijo. tú puedes ser mejor«. Y no me refiero a esas palabrotas que se nos escapan y nos imitan, como contaba gráficamente La Parejita de Golpe, sino a esos rasgos de personalidad que preferirías no tener: esa sensibilidad excesiva, en mi caso, o ese orgullo implacable, una combinación explosiva para la vida. No me imitéis, hijos, podéis ser mejores que yo…
LO MEJOR DE NOSOTROS
Yo siempre he querido ser madre, y eso que nunca se me han dado bien los niños. Admiro profundamente a esas personas capaces de ganarse a un crío con tres frases, de verdad. En mi caso, mi sentido del ridículo (que voy perdiendo a pasos agigantados desde que soy madre, todo sea dicho, como contaba de sí misma Mamá se escribe con K) me ha dificultado un poco esa relación con los peques de otros. Bueno, con los de otros. Porque con los míos… eso ya es otro cantar.
Con mis hijos bailo (yo no bailo), canto (y lo hago mal), leo cuentos con unas entonaciones dignas de la mayor obra de Shakespeare (¿os he contado que yo hacía teatro?), dibujo una y otra vez a sus personajes favoritos (Pocoyo ha llegado a salirme realmente bien). ¡Mi capacidad artística se ha disparado en los últimos tres años!
Con mis hijos me tiro al suelo a jugar, incluso con dificultades técnicas. Con un bombo de 8 meses y pico ahí estaba, haciendo puzzles. O ayer, que tuve un ataque de esos de ciática (madre mía, qué abuelesco suena, ¿no?) y el Dragón me pidió que me sentara en la arena con él.
– ¿Qué te pasa, mamá?
– Me duele un poquito la espalda, cariño.
– Pues siéntate conmigo aquí a jugar, verás cómo se te cura el dolor.
– Voy, mi vida… (sonriendo)
– ¿Se te ha curado un poquito?
– Sí, mi amor… Se me ha curado… (y me dolía menos, lo juro)
Con mis hijos pido perdón. Intento no tener que hacerlo, pero si corresponde, lo hago. Minutos después de que salga Hulk, vuelvo a salir yo. «Gracias por pedir perdón, mamá«, me dice el Dragón, y me abraza. Y entonces es cuando sé que lo he hecho bien. Y le cuento lo orgullosa que estoy de él… Y me vuelvo a poner tierna…
Me siento bastante identificado, ahora me quedo más tranquilo. jajaja
Buen post.
Gracias por la mención guapa! si es que la maternidad es así.. Y mira que yo tengo solo uno. Cuando venga el segundo no voy a saber donde meterme.. jaja Un abrazo y mucho ánimo que lo necesitamos con nuestra maternidad imperfecta 😉 Un besazo!
Jo… totalmente idetificada con tus palabras. Vale que la mia tiene 8 meses pero tambien me enfado. No con ella. Conmigo misma por querer ser perfecta sin conseguirlo nunca… yo tambien pienso mucho en eso de que no se parezca a mi. Casi que me veo mas defectos que virtudes pero eso quiza ya sea cuestion de autoestima o inseguridad en no saber ser mamá. Hay dias en los que pienso como sera cuando se vaya haciendo mas mayor y me dan unos microinfartos del miedo que me da no saber que hacer…no saber enseñarla o… verme inutil. Yo que se. Pero si todo el mundo puede yo tambien no?
A mi me ha pasado lo mismo que a ti, no se me dan bien los niños. Como que me dan miedo a ver si les voy a decir algo incorrecto o hacer algo que les moleste… pero con mi nena es diferente. Hago el payasete tooodo el dia, juego con ella, le canto, le bailo… con ella no tengo miedo hacer el ridiculo. 🙂 me ha gustado tu post! Un beso
Gracias por acordarte de mí. Muy identificada en lo que dices, es injusto para él, pero espero y deseo que mi hijo sea mejor que yo. Un besazo
Preciosisisisisimo y tan acertado…Las prioridades sobre todo y el deseo de que ellos sean la mejor versión posible de sí mismos. Eres la mejor madre qu pueden tener. Un beso enorme hermosa
Ay, Vanesa… 😍 Un abrazo gigante
Muy bonito Julia. Me identifico mucho y me encanta la parte final del gracias y la respuesta de tu dragón, es un amor.
Un besazo
Muchas gracias, Sara. Estoy sinceramente orgullosa de él… 🙂
Aysh pero que bonitooooo, el Dragón es tan lindo como su mami ^__^
ME HA ENCANTADO EL POST (hoy todo con mayusculas, porque así lo siento jejeje)
[…] sonriendo. Bueno, a veces también grita, ya os lo conté cuando os dije que conseguíais sacar lo mejor y lo peor de mí. Pero últimamente he estado más intranquila. Algo pasaba, y vosotros lo notabais. Y, ¡cómo sois […]
Precioso post, no lo había leído. A mi también me sale Hulk a veces (intento que no), y también pido perdón. Un momento de los muchos en los que me hacen sentirme orgullosa mis hijos es cuando, en pleno Hulk, son capaces de decirme con cara enfadada: «Mamá me estás gritando». Ahí se me pasa todo enfado y procedo a disculparme. Me encanta que no permitan que les grite nadie, ni siquiera su madre.
Qué maravilla, ¿verdad? Que nuestros hijos nos hagan reflexionar y aprender. Me ha encantado. 🙂