Como algunos sabéis, como psicóloga, imparto talleres y charlas para familias y centros educativos sobre Aprendizaje Basado en Juegos y, en general, sobre la importancia del juego en familia y en el aula. A veces, los asistentes me sorprenden con preguntas y casos particulares, pero hay dos o tres preguntas que se repiten siempre. Una de ellas, sin duda, es sobre la tolerancia a la frustración. Suele venir en el formato: «Mi hijo/alumno no sabe perder: se enfada mucho. ¿Qué consejos das para trabajar la tolerancia a la frustración en niños con juegos de mesa?».
Se trata, en efecto, de una preocupación muy frecuente. Empezamos a jugar muchas veces con niños y niñas bastante pequeños/as (3, 4, 5 años) y nos entra el miedo de si es normal o no que, cuando pierden, se lleguen a enfadar tanto. Suelo explicar que es algo normal y que es posible trabajar la tolerancia a la frustración en niños.
Para informaros en profundidad sobre el tema y resolver algunas dudas, en este artículo tenéis a la psicóloga Mamen Jiménez, conocida en redes como La Psicomami, a quien os recomiendo encarecidamente seguir y leer su libro Amor Con Ojeras (cuando de dos pasamos a ser tres). Mamen os va a explicar qué es la tolerancia a la frustración, cuál es su evolución normal, cuándo debemos preocuparnos y algunos consejos estupendos para trabajarla con y sin juegos de mesa.
¿Qué encontrarás en este artículo?
TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN
¿QUÉ ES LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN?
Cuando no logramos lo que esperábamos, cuando hay un choque entre nuestras expectativas y la realidad, sentimos frustración, una emoción desagradable que genera malestar. La tolerancia a la frustración es la habilidad para minimizar el malestar que genera la no consecución de nuestros deseos. Para manejarlo, para que no nos bloquee. Es una forma de garantizar la estabilidad emocional frente a situaciones en las que las cosas no salen como queríamos.
Tolerar la frustración no significa resignarse y abandonar, y no hacer nada para “pelear” por lo que queremos. No, lo que hace es que afrontemos la frustración de un modo adaptativo, sano.
Se llega a ella por la combinación de dos factores: la maduración (los bebés y los niños más pequeños no tienen las capacidades necesarias para desarrollarla aún) y el aprendizaje (junto con la práctica). De ahí la importancia de ofrecerles a los peques un modelo y unos recursos que les ayuden en este aprendizaje.
La tolerancia a la frustración “es todo ventajas”. Por ejemplo, es una característica que favorece el liderazgo (lidiar con contratiempos, aceptar opiniones ajenas…), tiene que ver con ser flexible, con adaptarse al mundo en el que vivimos (un mundo en el que no poseemos el control de todo lo que sucede a nuestro alrededor) a todos los niveles, tanto social como laboral o personal. . De hecho, las personas con tolerancia a la frustración son más estables a nivel emocional.
EVOLUCIÓN NORMAL DE LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN
BEBÉS (0-2 AÑOS)
Los niños pequeños tienen escasa (o nula) tolerancia a la frustración, es lo normal y lo esperable desde un punto de vista evolutivo. Sus deseos son en realidad necesidades, sobre todo en la etapa de bebés: recibir alimento, dormir, no quedarse solos (peligro)…
Así que si lloran mientras le calentamos la papilla o le ponemos unos guisantes, por ejemplo, no es que tengan baja tolerancia a la frustración, es que no la tienen… porque no la tienen que tener. Precisamente al ser necesidades debemos atenderles con cierta celeridad, ya que ello les hace sentir seguros, y no hay mejor base para su desarrollo emocional que sentirse tranquilos y seguros.
NIÑOS PREESCOLARES (3-6 AÑOS)
Un poco más adelante, entre los 3 y los 6 años, su desarrollo emocional entra en ebullición: el lenguaje y la madurez cognitiva posibilitan que tomen conciencia de sus emociones, que las identifiquen, que las nombren y, por tanto, que también empiecen a aprender a gestionarlas.
Están descubriéndose a sí mismos pero también que hay todo un mundo ahí fuera que “no es yo”, un mundo en el que hay normas (las de casa, las del cole, las de circulación, las leyes…). Aprenden (recalco el “aprenden”) que no todo gira en torno a ellos, que sus deseos no son satisfechos ipso facto, y que, de hecho, a veces (muchas veces) ni siquiera consiguen lo que quieren.
Se vuelven entonces más autónomos (“Ya lo hago yo”) y pasan de esperar que sus deseos simplemente les sean concedidos a ser parte activa en la consecución de los mismos (“Si quiero algo, tengo que hacer algo para conseguirlo”). Es en este momento en el que podemos hacer especial hincapié en ayudarles a adquirir las herramientas necesarias para que ese “descubrir que no tendré todo lo que quiero” sea asequible y tenga un impacto adaptativo en ellos.
NIÑOS MAYORES Y ADULTOS (6-122 AÑOS)
Lo esperable, lo deseable, es que al crecer nos convirtamos en adultos que entendemos que querer algo no implica conseguirlo, que comprendemos que a veces las cosas no salen como esperamos, que entendemos que fracasar no es el fin del mundo (aunque escueza) y que a pesar de que no sea algo que nos encante sentir, la frustración no es camino directo a tener ansiedad o depresión.
CUÁNDO PREOCUPARSE
El problema de no tener tolerancia a la frustración, o tener baja tolerancia a la misma, es que genera un fuerte descontrol emocional que puede, por ejemplo, derivar en conductas de riesgo durante la adolescencia (en el sexo, con las drogas…) o incluso en ansiedad y depresión en la vida adulta.
Existen algunas conductas y actitudes de los peques que pueden indicarnos que necesitan un poco de ayuda (sin que sea necesariamente un problema, ojo) en esto de la gestión de la frustración, por ejemplo*:
*Estos son indicadores generales. Si tienes alguna duda o estás preocupado por tu peque lo mejor es que acudas a un profesional que te informe y te ayude en caso de necesitarlo, ¿de acuerdo?
- Es un niño muy impulsivo y desde hace un tiempo ha empezado a mostrarse especialmente ansioso.
- Tiene dificultades para controlar sus emociones (indicador de que la gestión de las emociones está regulín). Por ejemplo: cuando está triste le cuesta salir de ahí, o cuando se enfada tarda mucho en dejar de estarlo y es muy complicado “distraerle” de ese estado…
- Es muy muy exigente.
- Evita enfrentarse a nuevos retos, probar nuevas cosas (por temor al fracaso o a lo incontrolable).
- Cuando no consigue lo que quiere enseguida llora (un llanto que puede ser incontrolable porque, como decía, puede tener dificultades en la gestión emocional), se niega a continuar con la actividad, lanza objetos, patalea, grita…
- Es poco flexible: se molesta fácilmente cuando hay cambio de planes o cuando algo que esperaba no se ha cumplido.
- Tiene poca paciencia y se aburre rápidamente o de un modo exagerado cuando tiene que esperar, mostrando un claro malestar.
- Presenta una actitud muy egocéntrica: como he dicho antes los niños pasan de ser absolutamente egocéntricos cuando son pequeños (existo yo y poco más) a entender que hay otras personas y posteriormente descubrir que hay todo un mundo ahí fuera. Sin embargo si tenemos problemas con la frustración es posible que esa actitud fuertemente centrada en el “Yo quiero, yo necesito, yo, yo, yo…” siga preponderando.
CÓMO TRABAJAR LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN EN NIÑOS
CONSEJOS DE LA PSICOMAMI
Antes de entrar en ello me gustaría señalar algo: muchas, muchas, muchas veces, somos los padres los que tenemos una baja bajísima tolerancia a la frustración. Nos enfadamos y nos sentimos mal por cosas que los niños hacen… porque son niños.
Ellos no tienen prisa, les importa un pimiento vestirse o no, no entienden que estemos cansados o que ya van 46 “¡Mamaaaaá!» en 10 minutos y nos tienen la cabeza loca… Quiero decir que a veces las expectativas que tenemos acerca de los niños son poco realistas y nos llevan a frustrarnos. Aprovechemos, ya que estamos en materia, para revisarlas: nos va a sentar genial.
Dicho esto, vamos con algunas cosas que podemos hacer desde casa para ayudar a nuestro hijo a tolerar la frustración, a que aprenda cómo gestionar las emociones que ello le genera. Para ello podemos:
- Ayudarle a identificar sus emociones para que luego pueda gestionarlas mejor. Ejemplo: “¿Qué sientes cuando estás triste?» «¿Qué necesitas para estar menos triste?» «Oye, ahora estás muy contento, ¿verdad?”
- Enseñarle a pedir ayuda: no pasa nada por hacerlo, no es nada malo, al contrario.
- Dejar que se equivoque, es una manera estupenda de aprender. A veces los papis, en nuestro afán por protegerles y evitarles malestar, les privamos también de oportunidades de lidiar con la frustración, de entrenarse para aprender a gestionarla.
- Cuentos que aborden el tema, como “El punto”, “Así es la vida” o “¡Qué rabia de juego!”.
- Normalizar y desdramatizar “el perder”: con nuestra conducta, a través del juego (o de los juegos), podemos ir quitándole hierro a esto de perder. Funciona muy bien el ir verbalizando estas ideas mientras jugamos, pero no de un modo explícito. Te pongo un ejemplo: tú has perdido un turno y dices en voz alta algo del tipo “Vaya, qué mal, ahora voy a estar un turno sin jugar… Bueno, así mientras puedo hacer…” (rellenar a gusto del consumidor).
- Reforzar los pasos y no solo las metas: con ello favorecemos que sea el camino, su esfuerzo, sus acciones, lo que valen la pena, lo que ha de valorar, no solo el logro final.
- Enseñarle a relajarse o a salir del bucle en el que entra cuando se frustra (busca relajaciones infantiles, la técnica de la tortuga…).
- Propiciar que se involucre en situaciones o juegos en los que la recompensa se demore (no sea inmediata), en las que la espera sea parte del proceso (como por ejemplo hacer cola en una atracción, plantar algo y ver cómo crece con el tiempo y los cuidados, etc.) o que requieran de un evidente esfuerzo por su parte.
- Y por último algo que es clave y fundamental, seamos un buen modelo. Los niños aprenden no solo de lo que les decimos, sino (eminentemente) de lo que ven que hacemos. Así que es buen momento, como decía antes, para revisar cómo gestionamos nosotros la frustración. No podemos pretender que el peque ni frunza el ceño cuando no consigue lo que quiere si luego nos ve llorar y patalear porque la botella de agua que hemos pedido en la máquina expendedora se ha quedado atascada.
¿POR QUÉ LOS JUEGOS DE MESA MEJORAN LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN?
- Perder es genial para esto. Es, de hecho, una de las mejores lecciones: no siempre se gana, pero no pasa absolutamente nada, porque el proceso, el juego, ha sido divertido a tope.
- Aprender a demorar la recompensa: no es empezar a jugar y ganar, hace falta tiempo y dar una serie de pasos, de manera que aprenden a que la recompensa, la gratificación, lo que ellos quieren, no es inmedata.
- No tenemos control sobre todo lo que nos rodea: el factor suerte de los juegos les enseña que hay elementos en la vida sobre los que no tenemos control, que no podemos cambiar, de manera que aumenta la tolerancia a la frustración.
- Favorecen la flexibilidad cognitiva: tienen que adaptarse a condiciones impuestas desde el exterior -normas- pero también a los giros que den los juegos en base a los comportamientos de los compañeros, de cara a alcanzar el objetivo.
- Juegos en los que haya cambios de normas (que sean algo más complejos) o que impliquen que decisiones de otros jugadores nos afectan, son ideales, porque nos sirven para trabajar la flexibilidad.
- Juegos en los que podamos conseguir el objetivo de diferentes maneras también nos son de gran utilidad, ya que permiten que si el niño se ha “enganchado” con una opción vea que tiene otras y que la manera de resolver el problema es buscar alternativas, no enfadarse o sentirse mal.
- Los juegos por turnos ayudan a reducir la impulsividad y la impaciencia.
Mamen Jiménez (Psicóloga) www.mamenjimenez.com
Conocida en redes sociales como: Lapsicomami
EJEMPLOS DE JUEGOS DE MESA QUE PUEDEN AYUDAR
Después de leer los consejos de Mamen Jiménez, solo me queda daros brevemente algunos ejemplos de juegos de mesa que nos van a ayudar a trabajar la tolerancia a la frustración en niños:
- JUEGOS COOPERATIVOS: Este tipo de juegos, además de reforzar el trabajo en equipo y la consecución de un objetivo común, nos ayudan a suavizar la frustración y a ir interiorizándola como parte del juego. En los juegos colaborativos, o ganamos todos o perdemos todos. Podemos perder, por tanto, pero lo hacemos todos juntos. Por tanto, brindan la oportunidad perfecta para ser un buen modelo, como decía Mamen. Para ellos «duele menos» si no les gana alguien (sino el propio juego), pero además, si les explicamos que estamos en la misma situación que ellos y nos lo hemos pasado bien a pesar de perder, les ayudamos a tolerar esa frustración de no haber logrado el objetivo. Algunos ejemplos de juegos de mesa cooperativos son Primer Frutal, Little Cooperation (que son juegos de mesa para niños desde 2 y 3 años), Time’s Up Kids o Magic Maze Kids.
- JUEGOS CON RECOMPENSAS PARCIALES: Existen muchos juegos tanto modernos como tradicionales en los que no se decide todo al final. En el Parchís, sin ir más lejos, se puede sentir varias veces la sensación parcial de victoria de «He conseguido meter una ficha en Casa». Esta sensación es, a fin de cuentas, una sensación de triunfo, aunque sea parcial, y pone el foco ya no en ganar el juego sino en cumplir pequeños objetivos propios y, por tanto, disfrutar del camino. Ejemplos de juegos de mesa modernos con recompensas parciales y en los que además tenemos varias opciones para conseguirlas, podrían ser Laberinto Mágico (cada runa conseguida es un objetivo), Aventureros al Tren El Primer Viaje (cada billete de viaje completado), Topito (cada acrobacia realizada) o Frutas Fabulosas (cada smoothie combinado).
- JUEGOS CON NORMAS CAMBIANTES: Hay determinados juegos que ponen a prueba nuestra flexibilidad cognitiva, ya que tienen normas complejas del tipo: «Si hay una flecha vertical, la norma a seguir es esta, pero si el símbolo es este otro o un jugador ha hecho tal cosa, la norma es aquella». Son juegos que nos hacen ser conscientes de que las normas no son siempre las mismas y que hemos de adaptarnos a ellas, a pesar de que eso pueda no ser cómodo. Ejemplos de estas normas cambiantes sería en juegos de mesa para niños y mayores como Fantasma Blitz, Panic Lab, Big Bazar o Jungle Speed, en los que el juego introduce una norma distinta, o bien Dobble, Picnic, Alto Voltaje, en los que las acciones de otros jugadores introducen reglas diferentes para nuestra acción.
CONCLUSIÓN
Y hasta aquí los ejemplos de juegos que pueden ayudaros, si bien trabajar la tolerancia a la frustración en niños con casi cualquier juego de mesa es posible. Una última anotación que me gustaría recalcar es que, por lo general, que un niño pequeño se enfade si pierde es completamente normal. Es más, pensad cuántos adultos nos enfadamos o nos ponemos de mal humor si perdemos. Seamos comprensivos con ellos y ayudémosles a reforzar sus habilidades para la vida.
En ese sentido, recordad que dejarles ganar no tiene por qué ser bueno para ellos, al igual que dejarles hacer trampas (salvo en juegos como La Polilla Tramposa, en los que hacerlo forma parte de las normas, consensuado por todos). Deben aprender a perder, a que no siempre conseguimos lo que queremos, y que eso no significa que no podamos disfrutar del proceso ni que, la siguiente vez, lo logremos. Ayudémosles, como decíamos, a ser perseverantes, resilientes y a saber disfrutar de los juegos y, en definitiva, de la vida.
Nos viene genial este artículo porque a veces la gestión se va un poco de madre…y para elegir juego con algún criterio 😂
Ya sabes, si tienes alguna duda, escríbeme y lo vemos tranquilamente! 😀
Qué genial artículo Juls y Mamen. Felicidades por vuestro trabajo.
Muy clarificador!
Genial post! Qué difícil la gestión de ese paso y qué bueno cuando la partida perdida acaba con un ¿jugamos otra?
Hola, he estado leyendo mucho sobre este tema debido a que tengo un paciente de 8 años con esta situacion. Soy Psicologa Clinica recien entrando a la vida profesional. Es un caso curiosos ya que el niño es muy inteligente y maduro para su edad pero presenta esta baja tolerancia en clase, cuando los compañeros le hacen bromas o cuando el asume que estan diciendo algo malo de el, reacciona con rabietas y agresion. Cuando sucede algo que se sale EN LO MINIMO de su estructura, el reacciona. Esto ha llevado a que sus compañeritos lo excluyan de juegos y esto alimenta su conducta de frustracion. Que consejos me darias? voy a implementar la terapia ludica o de juego y este tipo de pautas que das en este articulo que me parecen excelentes!
Hola Alejandra!
Sin saber mucho más y teniendo en cuenta las limitaciones que tenemos a la hora de realizar la terapia (no estamos en su ambiente natural y en muchas ocasiones es individual) el hecho de trabajarlo de una manera lúdica, nos ayuda a darles pautas y estrategias a través del modelado (cuando nos ve perder a nosotras, por ejemplo). También cuando les vemos en esa situación de pérdida de control nos ayuda a ver hacia dónde podemos orientar nuestra intervención y a darle, de nuevo, otras estrategias para esos momentos.
Trabajar la flexibilidad cognitiva, emociones y relajación puede que le ayude.
A nivel social, el juego en el aula, por ejemplo, le puede ayudar a ajustar su respuesta al ver cómo reaccionan sus iguales. Puede cambiar la percepción que tienen los demás de él si le ven «experto» en los juegos y que puede controlarse en esas situaciones que hayas trabajado previamente en sesión.
Ya nos contarás!
Hola. Mi hija de 5 años grita y llora mucho cuando no logra algo como decorar la casa de navidad o hacer un robot de verdad o crear una tiroleta en casa, en todas las ocasiones anteriores se desborda en gritos y llanto y estas situaciones están relacionado con cosas que no se pueden hacer en ese momento o nunca, cosas que no podemos hacer en casa.. No sabemos como tratarla en el momento de enfado (gritos y llanto), la hemos dejado y aumentan los gritos, la invitamos a un abrazo y se calma pero luego retoma, le pedimos que tome un baño para relajarse pero insiste en el disgusto. ¿Cuál es la forma apropiada de tratar el momento del enojo por la frustración?
Hola, Laura. Lamentamos leer que pasáis malos ratos con la frustración de vuestra hija. Nos gustaría poder ayudarte, pero este artículo está orientado sobre todo a los juegos de mesa y las situaciones que suceden a su alrededor. Incluso en determinados casos, hay consultas con las que no podemos ayudar, porque necesitaríamos conocer a tu hija, verla, etc. En este caso, te recomendamos que acudas a otras cuentas dedicadas más explícitamente a Crianza Positiva (como Baby Tribu o Miriam Tirado) o incluso si pides pautas para tu caso concreto, quizás podrías hacer alguno de los cursos que estas cuentas o, por ejemplo, la de Álvaro Bilbao, hacen. Esperamos haber podido orientarte.