“Madre” no es el único Rol que quiero jugar [Jornadas de Rol Igualitario]

Como os adelanté en la agenda friki de marzo, el pasado sábado 18 participé en una mesa redonda como ponente en las I Jornadas de Rol Igualitario que organizaron Ecos de Género y la Asociación Cultural Universitaria El Señor de los Dadillos de la Universidad Complutense de Madrid. 

Las jornadas tenían como objetivo, en palabras de Jose Vela, del equipo de coordinación de ELSD, “revisar nuestro espacio friki como uno de tantos donde el machismo puede acabar imponiéndose, señalar lo mucho que se ha avanzado en participación femenina y ver lo que aún nos queda por trabajar”. Para ello, además de organizar unas partidas de rol con la colaboración de Nosolorol y de varias másters que dirigieron diversos y nutridos grupos de jugadores, hablaron en las mesas redondas Amparo Lásen, profesora de sociología, Rocío D. Mugüerza, la presidenta de ELSD y Sheila Moreno, la expresidenta de la asociación.

EXPERIENCIAS DE UNA MADRE FRIKI

Básicamente, como veis en la presentación, me pidieron hablar de mí. Mola, porque es un tema fascinante y que me apasiona. Así que los 15 minutos que duró la charla se me hicieron hasta cortos. No sé cómo pude parar…

Lo más cómodo es presentar mis vivencias de manera cronológica y, aunque el blog realmente es lo último que he hecho, me presenté como la autora de Bebé a Mordor (BEBÉ=Soy madre, A=Soy viajera, MORDOR=Soy friki, eso lo sabíais, ¿no?), un blog en el que me dedico a difundir un ocio alternativo familiar. Con ello me refiero, por un lado, a viajes con niños (un poco aventureros) y, por otro lado, a ese tipo de aficiones (frikis) que considero que son especialmente interesantes para el desarrollo de los niños. Y que, de hecho, son cosas que tradicionalmente han sido o bien desterradas como pueden ser los juegos de rol o bien tratadas como si fueran pueriles o triviales como los juegos de mesa y los cómics, cuando en realidad son algo que abre las puertas a una educación fantástica y tremendamente completa.

Soy friki (y no quiero dejar de serlo)

Con unos 13 años tuve mi primer contacto con el mundillo, cuando un amigo me inició en la temática de libros de fantasía y ciencia ficción y empecé a frecuentar las tiendas frikis (esos locales en los cuales lamentablemente a las mujeres se nos miraba como especímenes de otro mundo). Más tarde, con este mismo amigo, intentamos hacer una partida de D&D. Y digo intentamos porque en realidad el único que se sabía las normas era él como máster (director de juego) y el resto hicimos, literalmente, lo que nos dio la gana: el resultado fue una partida-discusión de una hora.

Afortunadamente tuvo más éxito mi primera partida de verdad, que fue de Vampiro, esa ya sí. Me fui metiendo en Mundo de Tinieblas y jugué también a Hombre Lobo, a Mago, a Orpheus… Tuve una breve incursión en El Señor de Los Anillos de la que tengo una anécdota que me pareció relevante para esta charla: El Máster hizo tirar a un jugador para encender un fuego, el jugador sacó una pifia en la tirada y el resultado se lo pueden imaginar los roleros (fuego+pifia+personaje de Juls cerca): Básicamente mi personaje quedó desfigurado. Y el caso es que, esto es muy triste, pero en ese momento, en plena adolescencia, yo no me veía capaz de interpretar un personaje deformado. Yo en esa época, con la presión social del machismo imperante y de la edad, quería ser mona, aunque fuera el personaje que interpretaba y no yo.

A día de hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado y por supuesto que sería capaz de llevarlo. De hecho, en la última campaña de D&D que he jugado, a diferencia del resto de jugadores, mi último personaje fue una clérigo humana de 40 años. Lo cual es raro, porque a partir de 35 años empiezas a tener penalizadores en algunos atributos y la gente no quiere interpretar eso. Pero me apetecía, porque pensé que una mujer de 40 años podía estar más empoderada en el grupo y tener mayor bonificador por sabiduría, que era lo que yo quería representar en ese momento.

Dentro de mi recorrido friki: fantasía, ciencia ficción, videojuegos (como voyeur-gamer), series y películas, juegos de rol… y lo último serían los juegos de mesa, que descubrí con 21 años y que me ha enganchado totalmente a mí y, en consecuencia, al Dragón con sus primeros juegos de mesa.

Soy viajera (y no quiero dejar de serlo)

Aunque la jornada era sobre rol y temas frikis, incluí esta sección por la importancia que cobró para mí como mujer esta faceta mía al quedarme embarazada. Y es que era algo que me prometí que no iba a dejar. Yo no quería ser “sólo una madre“. Quería seguir siendo yo. Una mujer con sus gustos y sus intereses y sus aficiones. Y viajar es una de ellas, y que creo que me identifica como persona.

Yo empecé a viajar de manera independiente con 18 años y poco a poco fui abriendo el horizonte. Desde mi punto de vista, he acumulado muchas experiencias a nivel viajero:

• He conducido 8 horas sólo para ver el atardecer sobre unos monasterios sobre colinas en Grecia…
• He entablado conversación en un tren con un serbio que luego nos invitó a su casa a comer comida típica…
• Me he bañado en la orilla del Nilo en Egipto…
• He pescado y comido pirañas en el Amazonas…
• Me he tirado con una tabla por la ladera de una duna en un desierto de Perú…

Viendo la serie Mouk con el Dragón, los protas hacen sandboarding… 😍 #RecuerdoViajero mío de Huacachina (Perú). pic.twitter.com/3RhsslLzBh

— Bebé a Mordor (@bebeamordor) 16 de mayo de 2016

• He subido hasta un glaciar en Huaraz mascando hoja de coca para evitar el mal de altura…
• He bañado a un elefante en Tailandia…
• Me he montado de polizón en un avión en Cuba…
• He pasado la noche más fría de mi vida en un hotel de sal en el Salar de Uyuni de Bolivia…

Entonces, si he hecho todo esto y esto forma parte de mí, ¿por qué iba a parar de hacerlo por ser madre? Pues no quise. Así que cuando me quedé embarazada, viajé estando de 5 meses a Namibia, Botswana y Zimbabwe. En ese viaje, por cierto, unas mujeres de la tribu de los Himba, le dieron un nombre himba a mi bebé (nombre que nunca le puse porque no me gustó, pero ahí estará siempre).

Al año siguiente, me lo llevé a recorrer Holanda. Al siguiente nos fuimos a Vietnam casi un mes. Al siguiente hicimos una ruta por el norte de España con su hermano recién nacido. Y este año, en principio, nos vamos a Japón. Porque no tengo intención de dejar de ser todo lo que soy, sólo por ser madre.

No quiero que el rol de madre sea el único que pueda jugar.

Soy madre (y no quiero dejar de serlo -tampoco es que pueda-)

En 2013 decidí ser madre. Realmente era algo que siempre me había apetecido: tener hijos y además tenerlos con responsabilidad. Yo defiendo a muerte que el objetivo último de una mujer no es ser madre como muchos lo pintan, que parece que deba ser la culminación de la vida de toda mujer, el último paso obligado, pero es que tenerlos cuando no se quiere es un error, y gravísimo. Yo los tengo porque he querido (y eso que a mí nunca me han gustado mucho los niños…).

En definitiva, yo decidí ser madre y uno de los mayores miedos que tenemos las mujeres cuando vamos a ser madres es: “¿Podré ser algo más aparte de madre?“. ¿Quién no tiene conocidas a su alrededor que en el momento en el que fueron madres ya no hubo nada más que hijos en su vida? ¿Ni otro tema de conversación? Y eso no tiene por qué ser así. Si es lo que tú decides, pues tú misma, pero desde luego yo necesitaba confirmar que una persona puede seguir teniendo una vida independiente, interior y exterior, fuera de su maternidad.

Soy blogger (y no quiero dejar de serlo)

Y, como os conté en mi “Quién soy“, de ahí surgió el blog. Yo abrí mi blog cuando me quedé embarazada del Tritón, con la intención de hacer una reivindicación: voy a ser bimadre, con el primer hijo he conseguido mantener el espíritu friki y viajero, y con el segundo quiero conseguir lo mismo. Pues bien, una vez llegado el segundo, os aseguro que todo cuesta mucho más porque hay mucho menos tiempo. Pero bueno, los viajes se intentan organizar (y se consigue, se consigue). Y también intentas que tus hijos no se traguen los dados de 20 cuando juegas una partida con ellos trasteando alrededor, o tiras de ocio online y le robas horas a la noche.

Y, sobre todo, poco a poco, cuando crecen, los vas incluyendo. Y te los metes en la mochila (portabebés, portabebés… que ya os veo llamando a los Servicios Sociales) y te los llevas contigo a donde vayas. Y vas tirando de peluches de Star Wars y de camisetas de Marvel y DC. Y les metes el gusanillo de los juegos de mesa. Y juegas a rol. Primero juegas a las casitas. Luego juegas cuentos (como dice Nacho Muñiz de Nosolorol). Luego coges el primer manual de Pequeños Detectives de Monstruos y organizas una partida, y más tarde será Magissa… luego Do: Peregrinos del Templo Volador…

Al final, con el blog, lo que intento precisamente (y con más razón ahora que he ganado el Premio al Blog Revelación 2016 –wiiiii-) es difundir las bondades que tiene ese ocio alternativo del que hablaba al principio. Viajar abre la mente tanto a niños como a adultos. Y no hay mejor manera que jugando para ganar en habilidades (ya os conté los beneficios de los juegos de rol en niños).

Y, sobre todo, una cuestión muy importante: cualquier cosa que intentes inculcar a los niños desde que son pequeños tienes más probabilidades de éxito de que funcione. Y niños y niñas jugando desde pequeños a juegos de mesa y juegos de rol son iguales, y juegan igual. Si antes de que les lleguen las dudas que les sobrevuelan desde el sexismo imperante sobre si efectivamente son iguales o no ya les das las respuestas (y la respuesta es que somos iguales y podemos jugar igual), habrá menos posibilidades de que esas dudas les afecten. Porque, al final, todos los niños y niñas juegan a rol. Todos. Jugar a las casitas es jugar a rol. Jugar a piratas es jugar a rol. Todos juegan a rol. Y yo creo que hay que mantenerlo. Por muchos años. Y que nos dure a todos.

Yo intentaré aportar mi granito de arena desde el blog. ¡A ver si lo conseguimos!